Para los creyentes la da Dios, para los ateos y escépticos es la unión de un óvulo y un espermatozoide y para los paranoicos es el resultado de una conjura judeo-masónica junto a los extraterrestes. Todo esto sería, a grandes rasgos, la creación de la vida. ¿Y el relleno, el interior? El interior se configura en base a lo vivido. No obstante, hay dos formas de tratar las experiencias que Dios o la vida misma nos ofrece.
Para ciertas personas, todo en la vida es oportunidad y alegría. El sujeto en sí mismo es capaz de todo, los justos vencen a los necios, reinan los buenos sentimientos, tiene fe en el ser humano. La vida es un libro a rellenar, con albas páginas dispuestas a preñarse de las más grandes acciones. Tiene amor, carisma, se propone todo lo que quiere, se siente imparable, dispuesto a sobresalir en la sociedad. ¡Y aunque no sobresalga! Todo le parece tan maravilloso y susceptible de cambiar a mejor que por él no habrá pájaro de mal agüero en su claro cielo.
Para otras, no obstante, la vida es un valle de lágrimas. El sujeto en sí mismo no vale nada porque es un ser humano porque en el ser humano no se puede confiar. Solamente triunfan los otros. Son otros a los que le sonríe el amor, son otros los que tienen mejor trabajo, son otros que pueden vanagloriarse de dirigir tu vida desde el puesto de jefe. ¿A qué están en el mundo, sino a cumplir una serie de desgracias infinitas que son templadas por alguna alegría que al poco se torna en pena, o no era mas que un mero espejismo? Todo es, en fin, atrapar un rayo de luna conocido como felicidad.
Y yo ahora digo que ambos prismas de visión están equivocados, errados, alejados de la verdad, son erróneos. Los primeros pecan de cándidos, pues en la vida hay cosas que son puramente malas, sin matices, y simplemente hay que asumirlas. Y los segundos son una mezcla heterogénea de desilusionados, desencantados y gente en la cual se ceba la desgracia y son incapaces de ver más allá de ello. Me pregunto ahora, ¿qué es la vida, sino una sucesión de acontecimientos y decisiones? Que sean cosa de Dios, el azar, la sociedad o los extraterrestes no quita que al final todo sea una amalgama de situaciones, una única realidad, que el sujeto clasificará como “oportunidad para mejorar” o “pena de esta desgraciada vida”. Y al final, justo antes de que el hombre deba de abrir las brónceas puertas de la muerte, deberá mirar atrás para reafirmarse o arrepentirse de su posición tomada para con la vida.
Y, como bien dicen en "La vida de Brian", ¿Qué vas a perder? Viniste de la nada y vuelves a la nada. ¡No pierdes nada!
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